Luis Andrés Espinoza

miércoles, agosto 24, 2005

VERGÜENZA

Adjunto artículo de (América Economía, 1 Septiembre 2005), reflejo de una realidad.

---Sin comentarios---- Sólo que los cambios culturales son muy caros y difíciles de hacer.

"Arthur E. Teele Jr. llegó a la puerta de The Miami Herald, el mayor y más importante periódico de la Florida, a las 5.30 PM del 27 de Julio. Vestía traje oscuro y corbata y aparentaba calma. Cargaba un portafolios. Caminó de un lado para otro, hizo una llamada telefónica y se detuvo en el centro del hall del edificio. Tomó un poco de agua. Se acercó a un guardia de seguridad y le pidió algo insólito: que le dijera a su mujer que la amaba. Entonces sacó un revolver del maletín y se dio un tiro en la sien. Murió una hora después.
En 15 años de carrera política, Teele Jr. se había vuelto uno de los políticos más influyentes de Miami, pero en las últimas semanas recayeron sobre él más y más acusaciones de corrupción. Dos semanas antes de suicidarse, Teele Jr. fue acusado en 26 procesos por fraude y lavado de dinero, que lo llevarían por tercera vez a prisión en menos de un año. En una oportunidad, embolsó US$ 59.000 para beneficiar a una empresa en una competencia por obras del Aeropuerto Internacional de Miami. El día de su muerte, un tabloide local publicó un reportaje de 14 páginas desmenuzando las estafas en que Teele Jr. estaba envuelto. Él no soportó la presión. No aguantó la vergüenza. Y se mató.
Pero ¿Qué tenemos que ver nosotros con eso?
La historia de Teele Jr. revela una diferencia cultural entre los países desarrollados y aquellos en vías de desarrollo. En mayor o menor cantidad, los grandes y escandalosos robos existen en Estados Unidos y Alemania como en América Latina. Lo que llama la atención en la muerte de Teele Jr. es que la mayoría de las veces quien roba en los países desarrollados sólo adquiere fama de ladrón y, por tal, acaba preso. Quien lo hace en América Latina, en general, gana fama de experto, de pillo, y, de máxima, pasa unos días en prisión antes de pagar la fianza con el dinero público robado, volver a la libertad y, en ocasiones, acabar premiado como embajador o ministro.
El punto es: ¿alguien vio algún corrupto latinoamericano admitir sentir culpa aun siendo descubierto con miles de dólares dentro de sus calzoncillos, como sucedió recientemente a un asesor del PT, el partido de Luiz Inácio Lula de Silva, en Brasil?
Vergüenza. Ésa es una diferencia cultural brutal entre desarrollo y subdesarrollo. Tener vergüenza de estar equivocado, de salirse de la línea, de ser encarado por un vecino como un caradura que usurpó nuestro dinero, y no como un tipo astuto que la hizo bien cuando tuvo oportunidad.
Hay maneras de reprimir la corrupción. Crear mecanismos legales, facilitar el trabajo del ministerio público, apoyar a la policía, crear cuerpos especiales de investigación eficientes..... Pero ¿cómo prevenirla? La certeza de la punición siempre hará al potencial ladrón pensar dos veces antes de robar. Mas no hay mejor represión que una sociedad preventiva que siente asco -jamás respeto o envidia- por los desfalcadores que meten mano en su capital.
Hay, claro, señales de cambio. Impensable unos años atrás, en Brasil hoy hay jueces y diputados presos. En México, empresarios y funcionarios públicos tienen sus huesos en la cárcel por sobornos y robos. En Argentina se sustancian acciones contra ministros y ex presidentes, al igual que en Guatemala o Chile. Pero eso no basta. Todos esos procesos deben mostrar sentencias, no sólo quedar como acciones. Y la sociedad debe mostrar sentencias, no sólo quedar como acciones. Y la sociedad debe asumir una posición intelectual, despreciando a los políticos y negándoles su voto en las próximas elecciones. Hacer eso es demostrar que hay hombres públicos serios que merecen respeto.
Suicidarse no es salida a ningún embrollo. Mejor hubiera sido que Telle Jr. hubiera asumido públicamente su culpa, devuelto el dinero robado y enfrentado las consecuencias legales. Pero es sintomático que en algunos países hombres públicos se maten por vergüenza mientras en otros viven sin ella y socialmente aceptados."